cosas para matar el tiempo

martes, enero 01, 2013

Lobos sentados en la copa de un árbol

Dibujo de Sergei Pankejeff del sueño de los lobos. Museuo Freud, Londres.

Me compré a finales del 2011 el "Mitos, emblemas, indicios" de Carlo Ginzburg, a recomendación de R.P., cuando el cajero de la librería nos dijo que costaba 6 mil pesos ya que el ejemplar estaba a medio morir saltando.
Pero no es hasta ahora que lo leí.
Hay un texto particularmente bonito, el último, llamado "Freud, el hombre de los lobos y los lobizones", donde Ginzburg retrata brevemente las diferencias entre Freud y Jung, concentrándose en la llamada "escena primaria", a través del análisis del poético sueño del hombre de los lobos, del aristócrata ruso Pankejeff, relatado por Freud en historia de una neurosis infantil.
Lobos sentados en la copa de un árbol.
A propósito, Ginzburg introduce señas históricas concluidas de su trabajo de los juicios de la inquisición en el siglo XVI y XVII, donde se demuestra que en el folclore eslavo se le atribuía poderes excepcionales a los individuos nacidos con la camisa puesta (nacidos envueltos en el amnios) como, principalmente, la facultad de convertirse en lobizones. Para Ginzburg, quien aclara que la herencia filogenética no tiene nada que ver acá, el contexto más amplio de los antecedentes del ruso Pankejeff (quien efectivamente había nacido con la camisa puesta) pueden demostrar que la "conexión entre el mundo de las creencias folclóricas relacionadas con los lobizones y el futuro paciente de Freud, quien pertenecía, según hemos dicho, a una familia de la alta burguesía, muy verosímilmente debe haberse realizado a través de la niñera, la niania, descrita como mujer "devotísima y supersticiosa"".
Hay, en todo este relato, el de Pankejeff, Freud y el mismo Ginzburg, una dimensión literaria que excede el impecable análisis teórico del autor que, de todas formas, sobrepasa cualquiera de mis conocimientos. No hay de otra, al leer esto:
"Contra la imagen hipertrófica (y en definitiva solipista) del yo interpretador, hoy de moda, la fórmula "los mitos nos piensan a nosotros" subraya provocativamente la indefinida proximidad de nuestras categorías analíticas". 
Hay, también, un bello dibujo del relato que desconocía y que reafirma ese carácter de fábula.
Y supongo que asimismo, todo lo anterior sirve como una suerte de micro fundamento para decir por qué hay obras que operan solo sobre lo superficial y, por ende, por qué no valen la pena.

No hay comentarios:

esto no es una salida

Creative Commons License
el texto --cuando vale la pena-- de la lectora asesina/aburrida is licensed under a Creative Commons Atribución-Licenciar Igual 2.0 Chile License.