hace semanas le doy vueltas a eso de que los hijos son ideas de los padres y los padres son ideas de los hijos hasta que se reemplazan por otra idea mejor.
o que los hijos somos policías de los padres.
todo lo anterior, claro, de Pron.
el punto es que hay una edad llamada adultez donde todo se pone más raro (más que en la adolescencia o en la juventud) y la proximidad a la desaparición (la de otros pero, fundamentalmente, la de uno) hace que irremediablemente te fijes en la importancia de los relatos donde supones la existencia de un hilito al que aferrarse en el laberinto.
digo: cómo se cuenta uno todo esto.
entonces te encuentras con Pron y de pronto en 200 páginas ("el espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia") ves que logra algo que siempre sospechaste pero que nunca supiste cómo hacerlo nítidamente: que el relato íntimo es también un relato político.
aún en Chile todo relato político no es más que la constatación de una derrota. pero en ese acto doloroso hay un gesto necesario y conciliador: con ellos pero también con lo que es uno hoy.
cosas para matar el tiempo
domingo, julio 31, 2011
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1 comentario:
estoy leyendo formas de volver a casa y capaz que termine pensando algo parecido a lo que dices. pero antes, mejor lo termino para no hablar al peo.
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